Mons. Benaglio

Fundador – Bergamo 1767 – 1836

Monseñor Giuseppe Benaglio es una figura histórica de la Diócese de Bergamo y muy presente en la vida, en el carisma y la espiritualidad de la Congregación de las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús, de la que es el Fundador junto a Santa Teresa Verzeri.

Nacido en la noble familia Benaglio – Ginammi, que tiene una larga lista de personalidades famosas para ciencias, para cargos públicos y para piedad. Jovial, alegre, propenso a la amistad, pero también fuerte y versátil. Él era sobre todo un estudioso de las ciencias sagradas y literatura eclesiástica en las varias ramas: liturgia, patrologia, historia, apologética, hermenéutica, exégesis, ascetismo, misticismo, teología dogmática y moral, así como ciencias humanas. Pero más que estudiar, se dedicó a la oración, convencido de que, más que aquellos, ellos necesitan de los hombres de la Iglesia, para ser eficaces en sus ministerios. Ordenado sacerdote en septiembre de 1790, a los veintidós años, fue nombrado canónigo del capítulo de Bergamo y se convirtió en amigo de personas cultas y espirituales.

A él le gustaba vivir una soledad “muy activa” y, en el cuarto alquilado, también estudiaba y rezaba por la noche, reviviendo en su corazón el fuego de la caridad que él derramó en sus escritos. A causa de la soledad y de la necesidad de unión con Dios, él acabó no encontrando tiempo para caminar o hacer pequeñas vacaciones, pero él no era melancólico, al contrario, él era afable, alegre y de buena compañía.

Sus devociones al Niño Jesús y al Crucifijo, al Sagrado Corazón ya Jesús en el sacramento, fluyeron del deseo de corresponder al exceso de amor que nuestro Salvador y Redentor Jesús había mostrado a la humanidad en Su vida terrena. Jesucristo fue el motivo de su gratitud y lo llevó a las lágrimas, tanto durante la adoración como en la celebración eucarística.

Un hombre de acción que, a través de su ministerio sacerdotal, conocía los pliegues del corazón humano, resuelto en Dios y en el discernimiento iluminado por el Espíritu, incluso las cuestiones más espinosas o delicadas que le eran sometidas por aquellos que lo utilizaban para la dirección espiritual .

En la diócese se le encomendó muchas tareas, fue muy estimado, pero también muy contestado, pero siempre fue un sacerdote obediente, respetoso, humilde y previsor. Particularmente animado en la formación de los sacerdotes, organizó reuniones para jóvenes presbíteros, a fin de entrenarlos para las situaciones que podrían haber encontrado, y ellos podrían ser capaces de enfrentar incluso circunstancias críticas sin miedo y con competencia.

Es imposible recordar su gran actividad apostólica, tantas fueron las iniciativas para la juventud, para la diócese, para la sociedad. Ciertamente, el ambiente educativo / de entrenamiento era su propósito. En 1814, él retomó en la parte alta de la ciudad de Bergamo, la escuela de caridad para los niños pobres, proporcionándoles medios y educación, e introdujo la recreación festiva y el oratorio para ellos. Lo mismo que hizo con las niñas cuando en 1831, con Teresa Verzeri, inició la Congregación de las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús.

Así como guió con sabiduría el itinerario espiritual de Teresa, él acompañará proféticamente, lamentablemente sólo por algunos años, el crecimiento del Instituto, de aquel “árbol vigoroso que, como dice Juan XXIII, estaba floreciendo en la antigua colina de la ciudad”.

Para compensar el hecho de que pocas Hijas del Sagrado Corazón lo conocían, Teresa siempre hablaba de él:

*”Las Constituciones del Instituto que él trazó prueban la nobleza, discreción, prudencia y el justo criterio del Fundador, el ardiente celo que ardía en su alma de que sus Hijas fueran como el Señor las deseaba, y les daba para él cognición y deseo “.

*”Él sintió la convicción de la gran ventaja de que para la gloria de Dios y el bien de su prójimo, del que él era más celoso, él habría provisto una asociación de mujeres que, encendidas con el amor de Dios, unidas entre sí con los lazos de la familia religiosa … deben consagrarse juntos como fin especial de su Instituto a obras de caridad para con el prójimo.

*”Dotado de un intelecto elevado y perspicaz, informado de un espíritu justo, firme, robusto … quiso establecer, en este mismo espíritu, su Instituto, objeto de la complacencia y ternura de su corazón”. “Quiero ver a las hijas animadas … del espíritu de la caridad ilustre, una dulce caridad, paciente, compasiva, trabajadora, que sabe hacerce todo para todos, para conquistar a todos al el Sagrado Corazón”.

*”No importa cuánto él intentó, él no podía ocultar su santidad o su unión con Dios … De este hombre, al igual que el divino Maestro, … no se puede esperar que grandes obras de gran bendición, el Señor generalmente favorece con adversidades sus amigos, para el beneficio de todos, haciéndolos instrumentos para obras maravillosas de su misericordia.

*”No hay palabras que digan simplicidad y prudencia, caridad y discreción, humildad y ocultación, en fin la verdadera y sólida piedad de este hombre, verdaderamente de Dios y formada de acuerdo con su Corazón, porque la pena está perdida y porque el trabajo era todo divino … “.

*”El Señor que quiso su feliz Siervo en el cielo, lo llamó para sí antes de que el Instituto fuera formalmente sancionado y aprobado, en realidad murió el 18 de enero de 1836, mientras que” la Congregación aún no establecida permaneció huérfana de su Padre ! Y Teresa continúa: “pero si el Fundador perdió su querido Instituto en la tierra, se cree que él lo ayudó más efectivamente del Cielo”.

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